Lo primero que quiso hacer Francina Armengol como presidenta del Congreso fue dar los buenos días a los 350 diputados en catalán, euskera y galego. No empleó el asturiano ni el aragonés. Ninguna de las dos son lenguas cooficiales en sus respectivos territorios. Sin embargo, ya hay numerosas voces que reclaman que en las paredes de la Cámara baja resuenen ambas. El camino, no obstante, no resultará sencillo. Con la reforma del reglamento del Congreso que han pactado el PSOE y ERC, tanto el asturiano como el aragonés deberán ser incluidos en sus respectivos estatutos de autonomía para poder emplearse. Pero el PP puede objetarlo.
En octubre de 2019, cuando España estaba a un mes de acudir a las urnas por segunda vez en el mismo año, un comité de expertos del Consejo de Europa analizó la situación de las lenguas minoritarias y regionales del país. En aquel documento, se aconsejaba a España que tanto el asturiano como el aragonés fueran reconocidos en sus respectivos estatutos de autonomía. Dos años después, en el Congreso se aprobó una proposición no de ley que instaba al Gobierno a «impulsar y apoyar reformas estatutarias para la oficialidad de las lenguas propias que aún no son oficiales en una parte o la totalidad del territorio donde se hablan».
Todo aquello sigue siendo a día de hoy papel mojado y no habrá sido por los intentos que se han dado en los dos territorios. El PSOE, en ambas comunidades, llevaba en su programa electoral el compromiso de reformar los estatutos de autonomía para reconocer como oficiales ambas lenguas. Lo mismo plantea la Chunta Aragonesista y el espacio de Unidas Podemos en ambos territorios. Sin embargo, la reforma de los estatutos de autonomía no suele resultar sencilla y este es el único camino para conseguirlo.
A tres escaños del éxito
La diversidad del territorio español se refleja también en las diferencias de cada uno de los estatutos de autonomía. El de Asturias, para ser reformado, requiere una mayoría de tres quintos del Parlamento asturiano, lo que supone 27 diputados. Sin embargo, el PSOE, IU, Podemos y Foro suman 24 parlamentarios. El PP, con 17 escaños, y Vox, con cuatro, se oponen. «Vamos a intentarlo, porque es un compromiso de Gobierno, pero los números no dan», admitía el presidente socialista de Asturias, Adrián Barbón.
Aun así, los socialistas asturianos pedían en estos días a Armengol que permitiera el uso del asturiano en la Cámara baja, pese a que la dirigente del PSOE asturiano Adriana Lastra admitía que «hay una complejidad ya que el asturiano no es un idioma oficial, lamentablemente, porque el Partido Popular y la derecha en Asturias no quiere que sea un idioma oficial».
Los cambios en la Cámara baja
La actitud de los diputados de Aragón ha sido más agresiva. Por lo menos la de Jorge Pueyo, el parlamentario de la Chunta Aragonesista que se presentó en alianza con Sumar. «Yo seguiré hablando aragonés en el Congreso», ha sentenciado en distintas ocasiones, dejando claro que no será para él un impedimento el hecho de que esta lengua no sea cooficial en su territorio. En el caso de Aragón, sería necesaria una mayoría de dos tercios de las Cortes para aprobar esta reforma, lo que supone 45 escaños. Actualmente, las formaciones favorables a este cambio suman 31 parlamentarios.
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La fórmula escogida por el PSOE y ERC para permitir el uso del catalán, el euskera y el galego en el Congreso supone una modificación del reglamento de la Cámara baja que, como adelantó EL PERIÓDICO, hace referencia las lenguas que «tengan carácter de oficial en alguna Comunidad Autónoma de acuerdo con la Constitución y el correspondiente Estatuto de Autonomía». Por lo tanto, resulta imprescindible que tanto el bable y el aragonés logren esa cooficialidad en sus territorios.
Una situación distinta es en la que se encuentra el aranés. La sindica del Vall de Aran, Maria Vergés, ha solicitado a Armengol que esta lengua se pueda emplear en los plenos del Congreso. En una carta a la presidenta de la Cámara baja recordó que el aranés está reconocido como oficial en el Estatut de Catalunya. En concreto, el artículo 6.5 recoge que «es la lengua propia de este territorio [el valle de Aran] y que es oficial en Catalunya, de acuerdo a lo que establece este Estatut y las leyes de normalización lingüísticas». Aun así, por el momento, no han recibido ninguna respuesta oficial por parte de Armengol.