jueves, octubre 3

Dos nuevos satélites de Defensa darán cobertura a tropas españolas desde América hasta Asia

Será en el julio o agosto de 2024 el primer lanzamiento, según lo permita el clima en Cabo Cañaveral (Florida), y en 2025 el segundo, confirman fuentes cercanas al proyecto. Defensa comenzará el año que viene a dotar a las Fuerzas Armadas de un nuevo binomio de satélites con capacidad de mirar y rebotar señales complejas en dos tercios del planeta, desde la baja California hasta Vietnam, con la Península Ibérica, Europa y África en el centro de su área de cobertura.

El Ejército busca un sistema que le permita superar la línea planetaria del horizonte; en términos sencillos, ver, oír y transmitir al otro lado del globo. La nueva capacidad, según ha difundido ya Defensa, proporcionará desde sendas órbitas geoestacionarias a 36.000 kilómetros de altura comunicaciones cifradas, así como análisis de imágenes y otros datos de uso militar.

Se trata de que las unidades que envíe el Gobierno fuera del país -misiones navales, contingentes de infantería o caballería o escuadrones de cazas para, por ejemplo, despliegues de policía aérea o de disuación- tengan con sus centros de mando en España comunicaciones de mejor calidad y con encriptación más inasequible que el pobre escudo con el que cuentan ahora.

Nueva generación

Los haces del sistema abarcarán toda Europa, toda Iberoamérica y buena parte de Estados Unidos, toda África, Oriente Medio, la India y dos terceras partes de la Antártida. Quedan fuera de su cobertura la mitad costera de China, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Siberia, Mongolia, las coreas y Japón; o sea, el otro tercio del mundo.

Esta capacidad espacial de las Fuerzas Armadas se llama Spainsat NG (las siglas, por Nueva Generación). Consta de dos satélites del tamaño de una furgoneta, además de una compleja maquinaria de seguimiento y control desde tierra cuya localización futura aún no se ha precisado. Ese centro de control ha de ser capaz también de desplegar la intrincada maraña de datos de la combinación de plataformas de combate, esa batalla en red de robots, drones, cazas, aviones y unidades acorazadas en contacto simultáneo entre sí que se pensó para el futuro y ya es presente.

Cada satélite pesará más de 6.000 kilos. Están diseñadas alas solares que, desplegadas, medirán 50 metros. Bajo contratación de la sociedad Hisdesat -el operador estatal militar para este tipo de servicios espaciales- trabajan en su fabricación desde enero de 2022 el consorcio Airbus Defence & Space y la firma Thales Alenia Space.

Es un constante trasiego de planos e ingenieros entre Tres Cantos (Madrid), Toulouse y diversas plantas francesas. Ciertamente, la plataforma original es de origen francés, pero hay aportaciones de la ingeniería española, más del 50% según fuentes de Hisdesat.

Uno de esos casos está en Madrid. El desarrollo del sistema de antenas se realiza en colaboración con los grupos de investigación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicaciones de la Universidad Politécnica madrileña.

Es un flanco clave. “Cada satélite debe llevar antenas con defensa anijamming que aguante años… si es que eso es posible a la velocidad que va hoy la tecnología”, cuenta una fuente militar cercana al proyecto. Con la expresión en inglés se reifere a la interceptación y el hackeo al que pueden ser sometidos los datos de una de estas naves gravitatorias. “En una guerra del futuro, va a ser más útil que destruir un satélite controlar qué le cuenta ese satélite a su dueño”, explica la misma fuente.

Habla este alto oficial el mismo día en que el Consejo de Ministros ha aprobado una prórroga por valor de 133 millones de euros del convenio de Defensa con Hisdesat para el aprovechamiento del satélite PAZ, con el que el Ejército obtiene imágenes fijas de alta calidad de diversas áreas del planeta.

A prueba de bomba… atómica

La fase de fabricación tiene ya año y medio. En enero de 2022 dio comienzo tras quedar cerrada la fase de certificación un mes antes. Pero el proyecto tiene un origen aún anterior. Fue el 24 de julio de 2019 cuando quedó formalizado por la Dirección General de Armamento y Material del Ministerio de Defensa con Hisdesat por 1.617 millones de euros, en un procedimiento negociado y sin publicidad. En la burocracia de la contratación del Estado se movía con un largo nombre oficial: “SATCOM SPAINSAT NG renovación de la capacidad de comunicaciones por satélite de la actual constelación de satélites SPAINSAT y XTAR-EUR”.

Dado que se trataba de sustituir al primer sistema militar Spainsat, que lleva 16 años en órbita, esta vez las Fuerzas Armadas han pedido que se incorporen nuevas capacidades, y también nuevos blindajes. Por ejemplo, que los dos satélites NG estén preparados para soportar la radiación de una explosión nuclear de gran altitud. Ese sería el medio que una potencia enemiga podría emplear para cegar las comunicaciones militares españolas o de sus aliados entre los puntos 30º oeste y 29º este, que serán los que ocupen.

Pero se trata también de dar comunicación compleja a tropas proyectadas a lugares donde, por falta de infraestructura, eso es ahora implanteable. El Sáhara y el Sahel son claros ejemplos, y son también escenarios de posibles guerras próximas en que puede verse implicada España.

Muchos gigas

No basta además con rebotar señal de radio UHF. Las fotos de alta calidad, los vídeos y otro tipo de información en tiempo real ocupan muchos gigabytes, y es necesaria una banda con gran capacidad de albergar datos. Según ha confirmado Defensa, el nuevo sistema multiplicará por 16 la potencia de señales en las redes militares X -la más común- y Ka, la de alto volumen de datos.

En la parte de emisión de radiofrecuencia está implicada la división aerospacial de la firma catalana Sener. En 2020, justo antes del confinamiento por la pandemia, decidió unirse al programa invirtiendo previamente 12 millones de euros en instalaciones para el desarrollo de la tecnología que aportará al Spainsat NG.

La misma firma investiga ahora en una barrera de captación de basura espacial. Esa es una de las preocupaciones estratégicas europeas, pues esa basura pone en peligro activos espaciales civiles y militares europeos que suponen cada año un volumen de 65.000 millones de euros en movimiento, según tiene reseñado el alto representante de la UE para Exteriores y Defensa, Josep Borrell. La vigilancia de la basura orbital, con un radar de Indra, ha sido la primera misión netamente espacial asignada por el Gobierno al Ejército del Aire y de Espacio.

Noticias relacionadas

La nueva presencia espacial militar española que supondrá la pareja de satélites Spainsat NG implica de fondo un evolución en la mentalidad estratégica de España. Estará disponible también para el Centro Nacional de Inteligencia, las fuerzas policiales y los funcionarios del Servicio Exterior, y dispondrá de ancho de banda que, si no se utiliza, se puede prestar o alquilar a aliados.

Y apunta igualmente a una previsión de proyección de fuerzas militares más lejos de lo habitual. La mayor parte de los 4.000 militares que España tiene en misiones en el exterior están en Europa, el Sahel, Líbano, el Golfo de guinea y el Cuerno de África. Los nuevos satélites proporcionarán cobertura también en el mar de Cortés, parte del Pacífico sur, el Índico, todo el Atlántico, además de la Rusia Europea y dos áreas cruciales en la futura pugna por el transporte y los recursos minerales: las aguas polares y Asia central.