sábado, marzo 15

El camino a la irrelevancia de Ciudadanos

La cuenta atrás para la desaparición de Ciudadanos (Cs) empezó hace cuatro años, cuando Alberto Rivera si pensara que podría superar al PP y convertirme en el nuevo líder de la derecha española y aspirante a la presidencia del Gobierno hasta se dio de bruces con la realidad. Desde entonces hasta hoy, Cs ha sido un partido sin liderazgo, con una política erráticaque es degradado en cada elección hasta que el martes se tome la decisión de no concursar en las elecciones anticipadas del 23 de julio.

Los ciudadanos fue fundada en 2006 para luchar contra el nacionalismo catalán y debutó en el Parlamento con tres diputados, luego de ocho nuevos y en las elecciones de 2017, convocada por aplicación del artículo 155 de la Constitución para abortar la declaración unilateral de independencia (DUI), se erigió, con 36 diputados, en el primera fuerza política en Cataluña. Era la primera vez que un partido tradicional catalán alejado ganaba unas elecciones parlamentarias.

Dos años antes, en 2015, Rivera ya había dado el salto a la política española, con un éxito inesperado, para lograr 40 diputados y 3,5 millones de votos. En abril de 2019, Cs alcanzó la cima con 57 diputados y más de cuatro millones de sufragios, un solo 200.000 de alcanzar al PP, que tuvo el peor resultado de su historia. Esta situación la describió Rivera, que exigió un pacto con el PSOE y le dio al partido una paseo brutal a la derecha, con un lenguaje -«la banda de Sánchez»- que debordaba al propio PP y una imagen -la foto de la plaza de Colón- de aliado de la derecha y de la extrema derecha. Los electores liberales de centro, que exigían un partido bisagra -el estado natural del proyecto con las Cs que se presentaba en la política española, que eventualmente podría contribuir a la gobernabilidad-, lo abandonaron y las derechas netamente volvieron a su nicho natural. El descalabro en noviembre de este año fue mayúsculo: pasó de 57 a 10 diputados.

Desde entonces, los votos de Cs solo sirvieron para apuntalar a la derecha, sin ningún valor diferencial. Para ello hay que elegir el PP. Rivera dejó la política y tomó su relevo Inés Arrimadasque, después de volver al flirtear con el PSOE -al que apoyó en la fallida moción de censura de Murcia-, volvió a la derecha y se convirtió en una militante antisancista, encadenando derrota tras derrota. Arrimadas dimitió y la nueva dirección de los dos militantes desconocidos Enfrentado al desastre en las municipales y las autonómicas: Cs ha pasado en cuatro años de dos millones a 300.000 votos y de 2.787 a 392 votos.

En el proceso de autodestrucción, los votos de Cs fueron fugándose al PP, el PSOE y también a Vox, lo que demuestra la difícilmente factible heterogeneidad de su electorado y el doble componente de su base electoral, la desvinculación de los partidos tradicionales y el rechazo al nacionalismo. Pero en la última etapa, sólo quedaron los votantes de derecha, que son los que el domingo se fueron en masa al PP. La decisión, por tanto, de retirarse de la carrera electoral era inevitable una vez finalizada una. situación de irrelevancia. Lo que parece un autocompromiso es presentar la renuncia como un paréntesis para volver con un partido reintegrado en los países europeos de 2024. Como decía Francisco Igea, único fiscal en las Cortes leonesas y opuesto a la retirada, «o un partido si presentado o si se DERRETIR».