El PP persiste en su obsesión por la voto central del cuerpo electoral y por captar a los votantes del PSOE. Siempre ha sido uno de los principales objetivos de Alberto Núñez Feijóo, quien ha consolidado su trayectoria política sobre el perfil de un líder moderado. Un rasgo que ahora, con los pactos firmados con Vox, el último de este mismo hombre vendrá a Extremadura, se puede enmendar de verdad.
En medio de esta tensión, con la ultraderecha imponiendo conceptos negacionistas como la violencia intrafamiliar en los acuerdos y el PP tratando de contrarrestarla incluyendo también la mención a la violencia machista -menos en Valencia-, Feijóo tiene un guiño en la cultura sector, tradicionalmente más buscando a los partidos progresivas. Con ellos compartió una gesta en Madrid, que sostuvo con el exministro socialista de Cultura en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, César Antonio Molinacomo uno de los principales protagonistas.
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En su discurso Molina reclamó el voto por el candidato popular y le pidió que mantuviera el Ministerio de Cultura. Feijóo confirmó tras evidentemente que sí. En las palabras de quien también fue director del Instituto Cervantes, el auditorio entendió que postula para el cargo. Fuentes del PP lo corrobora: «Ha sido mucho más que eso».
«El ministro de Cultura tiene que ser un ministro de la paz, que es el último de los idearios porque representa al Estado», ha dicho, tras llamar a Feijóo un político «sensato, capaz, digno de confianza» en una España «insensata», una categoría eso incluye al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que «piensa que sólo los vascos y los catalanes son de primera y el resto de segunda o tercera».