Alberto Núñez Feijóo se ha ido este mones por la mañana al faro de la moncloa, un atractivo turístico recomendable en Madrid desde donde se ubica la ciudad y, muy cerca, la sede del gobierno español. Desde allí, a 92 metros sobre el nivel del mar, el líder del PP ha pedido un «último esfuerzo» a la ciudadanía para fichar un «gran alcalde» el próximo domingo en las elecciones generales y poner en marcha «un cambio sin cabreos», sin » revanchismo».
El ejecutivo conservador dijo a los suyos ya los ciudadanos que ve «buscar» Moncloa, pero aún no están «adentro». Para lograrlo no depende de Vox, continuó, es necesario concentrar el voto en un solo partido. Si se conecta, promete hacer uno de los «nuevos pactos de Moncloa», como los firmantes en la transición, en 1977, para hacer frente a la división que existe en la sociedad española y que exime de toda responsabilidad a su partido. Señaló como responsable de la «polarización artificial que en realidad no existía en España», porque promulgó leyes que «buscaban la división» y se adhirió a partidos independentistas que quieren «desintegrar» el país.
Feijóo quiere replicar los pactos de la Moncloa porque ahora existen las mismas necesidades que en aquella época: «Deshacer trincheras» y «trazar un camino de progreso y bienestar común». Ah sugerido cinco acuerdos de Estado: institucional, del estado de bienestar, económico, para las familias y uno último territorial, para «fortalecer» las autonomías.
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«Ellos no existen las dos españas que algunos han querido resucitar”, sino “una España de libertad, igualdad y fraternidad”, asegura.
El Jefe de los populares impuso a hablar ya este sábado en público de la possibilidad de acanzar la mayoría absoluta por sí solo, algo que no firma cada encuesta. Sí, los populares son muy optimistas, que dicen que son capaces de llegar a los 168. Si llegan a esa cifra, podrían subir a los 176, que marcan la mayoría absoluta, con pequeños grupos como el PNV y Coalición Canaria. Feijóo, en una charla informal con periodistas, conoció directamente a los nacionalistas vascos, una formación históricamente pragmática, que había situado en esta época democrática en los Gobiernos liderados por el PSOE y también por el PP.