«Las negociaciones han de ser discretas para que sean efectivas«. Estas palabras, pronunciadas por la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, este jueves ejemplifican a la perfección la actitud del PSOE en estos primeros días de agosto. Con Pedro Sánchez de vacaciones, los dirigentes socialistas llevan varias jornadas sumidos en el silencio, sin querer desvelar detalle alguno sobre las conversaciones para revalidar la presidencia del Gobierno. Tampoco lo hacen sus interlocutores. En este clima, varios movimientos autonómicos se han colado en unas negociaciones en las que hasta la más mínima pieza debe encajar.
Los pactos autonómicos a los que obligó el resultado de los comicios del 28-M fueron uno de los asuntos clave durante la campaña electoral y nadie niega ya que tuvieron su influencia en la actual aritmética parlamentaria del Congreso. Pero, aún ahora, más de dos meses después, siguen siendo claves para la gobernabilidad del país. Territorios como Navarra, Canarias o Ceuta son pruebas del estado de las actuales negociaciones.
Para ser investido presidente, Sánchez necesita el ‘sí’ de Sumar, ERC, EH Bildu, PNV, BNG y, además, el respaldo de Junts o el apoyo de Coalición Canaria y la abstención de los posconvergentes. En mitad del secretismo que envuelve las conversaciones del PSOE para hacer realidad ese escenario, EH Bildu se ha abierto en Navarra, donde aún no hay Gobierno, a investir a la candidata socialista, María Chivite. Los abertzales han asegurado que tratan de «desbloquear» la situación y han anunciado una consulta a la militancia. Su apoyo final a la dirigente socialista sería una baza más que jugar en la mesa de negociación estatal.
Canaria y Ceuta
Además, desde el pasado viernes, cuando el PSOE perdió un escaño en favor del PP tras el recuento del voto del extranjero, Coalición Canaria (CC) entró en la ecuación para investir a Sánchez. Cristina Valido, la única diputada electa de esta formación, ha dejado claro que, llegado el momento, se sentará a hablar con el líder socialista. En los últimos días, la parlamentaria canaria ha ido rebajando sus reticencias a apoyar un Ejecutivo de coalición de PSOE y Sumar y se ha centrado en dejar claro que hará valer su escaño, reclamando la reforma del sistema de financiación y ayudas para La Palma, entre otros asuntos.
Sin embargo, el ‘sí’ de Coalición Canaria a Sánchez podría tener un precio más alto, aunque para un partido que nada tiene que ver en este negociado: el PP. Tras el 28-M, el PSOE se convirtió en la fuerza más votada en el archipiélago, con 23 escaños en el Parlamento autonómico. No obstante, CC (19 diputados) y PP (15) cerraron un acuerdo en el que la presidencia le correspondía al candidato de la formación regionalista, Fernando Clavijo, y la vicepresidenta a los populares. Ahora, un pacto para hacer a Sánchez nuevamente presidente podría llevar a Coalición Canaria a romper con los conservadores y sellar ese acuerdo con los socialistas, siempre que se respeten las mismas condiciones.
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No es el único territorio en el que el PP podría salir mal parado por las negociaciones de investidura. Este jueves, el PSOE ha rechazado cerrar un acuerdo con los populares para el Gobierno de Ceuta. Después de que en los últimos días los socialistas ceutíes mostrara su predisposición a entrar en una coalición con el PP, la dirección federal del PSOE ha echado por tierra esa posibilidad para evitar un antecedente de acuerdo entre ambos partidos.
La mesa del Congreso
La investidura no es lo único que se está negociando estos días. El próximo 17 de julio se constituirán las Cortes Generales y se deberá elegir a los miembros de las Mesas del Congreso y el Senado. La mayoría absoluta permitirá a los populares controlar sin problemas la Cámara alta, obteniendo la presidencia y cuatro asientos de los nueve puestos que componen este órgano. Sin embargo, en la Cámara baja no será así. La mayoría de PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, y BNG se hará, previsiblemente, con cinco sillas -entre ellas la presidencia- y el PP, con sus 137 diputados, podría copar las cuatro restantes. Así, dependerá de la voluntad de los conservadores el ceder a Vox un asiento, una decisión que, previsiblemente, estará supeditada a lo que ocurra en Murcia y Aragón, donde ambas formaciones siguen inmersas en negociaciones para alcanzar un acuerdo.