sábado, marzo 15

Sin prisas para llevar al baño a sus compañeras de la embajada en Venezuela

El pendrive apareció en «una estantería» ubicada en un «pasillo trasero» de la Embajada de España en Venezuela. Allí, de forma «fortuita», hay más de una decena de alfombras repletas de vídeos íntimos de al menos dos empleados de la misión española Caracas. Vídeos en los que aparecían sus necesidades y que tuve la oportunidad de ver de una de las trabajadoras con una cámara oculta en el baño, pero también grabaciones ocultas con el móvil para ver qué llevaba debajo de la falda o el vestido de sus compañeras. Todo, sobre todo, sin consentimiento.

Ahora bien, en una frase similar a la que empezó El Periódico de España, del Grupo Prensa Ibérica, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló la decisión de Juzgado de lo Social número 33 de la capital para cobrar las reclamaciones de aquel hombre que había levantado la Ministerio de Trabajo y Economía Social a juicio por su desprecio disciplinario. Devuelve las implementaciones al momento anterior a que se dictara la sentencia para que el juego motive suficientemente tu decisión.

Su ejemplo trabajó durante más de 20 años en la Consejería Laboral y Asuntos Sociales de España en Venezuela cuando descubrió el pendrive a principios de agosto de 2021. El dispositivo, tras recibir la sentencia, fue enviado al embajador por dos trabajadores que habían lo conoció «fortuitamente». Después de eso me presentaron un sobre que fue vendido, firmado y ingresado jefe de Equipo y Seguridad de la Representación Diplomática en Venezuela para su inspección.

Alfombra ‘Consejería’

Dentro, Subinspector de la policia nacional encontró una carpeta llamada ‘consejería’ en la que había otras «10 subcarpetas identificadas con iniciales». En el interior había vídeos e imágenes íntimas de menos de dos empleados. [obtenidas] mediante la colocación de un dispositivo de grabación a los lados del lavabo colocado sobre el trasero principal de la mujer, centrándose en la retirada para capturar imágenes [de las mujeres] haciendo ‘sus necesidades'», explica el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en su reciente sentencia.

«Otros [carpetas]», continúa el locutor que intenta justificar la justicia, «se refieren al uso de un mueble para revisar la parte inferior de la falda o del vestido, trabajando en algunas de las intercambio de imágenes a través del teléfono móvil o sextear expresamente consentido y remitido al Consejo, sin hallar nada relativo a menores de edad».

En varios videoclips, explica el subinspector, aparece de «manera clara e inconfundible» el hombre que rondaba el día en que le quitaron «fortuitamente» el pendrive. Esta podría ser una de las razones, si nos alejamos del atestado policial, ya que cuando examinaron personalmente el baño y los enviados de las mujeres «en busca de algún dispositivo de grabación» no encontraron nada, ni siquiera en el ordenador de su empresa.

Circular el cepillo

El caso le valió un expediente disciplinario con tres faltas muy graves por acoso, aprovechamiento de la condición de trabajo público para obtener un beneficio indebido y por transgresión de la buena fe contractual o abuso de confianza en el trabajo realizado.

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Aunque ninguna de las solicitudes anteriores admitió la denuncia de la fiscalía, decidió recurrir a la justicia ordinaria para intentar detenerlo. El 13 de febrero de este año, sin embargo, el Juzgado de lo Social El número 33 de Madrid declaró «la cuestión disciplinaria sigue en trámite» y, por lo demás, convalidó la decisión del ministerio de no otorgarle «denegación de indemnización ni salarios de tramitación».

Sin embargo, y aunque no se cuestiona la veracidad de los hechos, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha decidido trasladar ahora las actuaciones al punto inmediatamente anterior a esta decisión porque el poder judicial encargado del caso no se había referido suficientemente a la razones que el ‘había esgrimido para tomar esa decisión, que podrían haber resultado en el desamparo del denunciante.