
El revuelo por la aprobación de la amnistía del pasado martes impactó al gobierno de Pedro Sánchez y en la negociación de las Prerrequisitos Generales del Estado, la ley más importante para mantener la estabilidad. Ahora, la ola expansiva del conflicto con la exención de las causas del ‘juicio’ también viene acompañada de agitación la Legislatura en Cataluña. Esta era la orientación inicialmente prevista para las próximas semanas CER abriría las cuentas de verano y, a cambio, la PSC Me encantarían los catalanes. Con los primeros cursos en ‘stand by’, los segundos cursos han entrado zona de turbulencia.
Se suponía que el primer trimestre de 2024 sería licitado. tres capítulos Sí un epílogo. Los tres capítulos sostienen que serán consecutivamente la amnistía, las condiciones del Estado y las condiciones catalanas y, el epílogo, una reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. A partir de aquí, ya en el mes de abril, el mundo entero estaba concentrado en el elecciones Europeos -9 de junio- y te lo enviarían precampaña electoral.
Sin embargo, sin amnistía, el panorama se ensombrece. Nadie tiene, de entrada, incentivos para mover las otras fichas. Además, el calendario aprieta. El miércoles pasado se cumplió un año del pacto presupuestario entre el Govern y el PSC para las cuentas de 2023, unas cuentas que ya se aprobaron con más de dos meses de retraso. 365 días después, nadie se atreve a poner una fecha en el calendario para un nuevo acuerdo.
Los contactos continúan
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El episodio del martes en el Congreso, que cogió al president Pere Aragonès en un viaje institucional a Bruselas, fue recibido con preocupación en el Govern, en ERC y en el PSC. Fue mucho más que una votación perdida. «Lo del martes no ayuda en nada«, admite una voz republicana autorizada. Pese a todo, tanto desde la Generalitat como desde el PSC llega el mismo mensaje: un intento de transmitir tranquilidad. La negociación de los presupuestos catalanes continúa.
Fuentes de la Generalitat aseguran que, desde del fracaso para la aprobación de la amnistía, ha habido nuevos contactos con los socialistas sobre las cuentas. «No se ha parado nada. Fue un golpe duro -el episodio del Congreso-, pero la negociación avanza«, sostienen desde la plaza de Sant Jaume. Aragonès e Illa hablaron el jueves por teléfono -formalmente sobre la sequía- y el viernes, el propio viceconseller del Govern, Sergi Sabrià, admitió que con los socialistas la negociación iba «algo mejor» que con el resto. Esa es otra variable a tener en cuenta. Si el Govern consigue amarrar el voto del PSC, aún le faltará otro socio.
El PSC también se reubica
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Y si el Govern se ha visto forzado a recalcular sus expectativas, también lo ha hecho el PSC. Salvador Illa, que no ha transmitido hasta ahora excesiva prisa por alcanzar un acuerdo, ha defendido desde el principio que él está dispuesto a remar a favor de unas nuevas cuentas, pero que no se tenían que «mezclar carpetas». Si una cosa quieren evitar los socialistas es aprobar primero los presupuestos catalanes para que, después, ERC pueda tener las manos libres para subir su factura para aprobar los del Estado.
Pero si las cuentas de Sánchez van para largo o si incrementan las posibilidades de que haya que recurrir a una prórroga de los de 2023, el escenario es otro. Fuentes de los socialistas catalanes consideran que el veto a la amnistía de la semana pasada «no altera nada» y que están de acuerdo con el Govern en que no haya «vasos comunicantes» entre el panorama estatal y la deliberación catalana. Admiten que las conversaciones con Palau son fluidas y, pese a que hasta ahora no habían apresurado al president, empiezan a transmitir que la «jugada inteligente» por parte de Aragonès sería llevar los presupuestos «pronto» al Parlament y «no alargar» demasiado la negociación.
El primer paso para ello, subrayan desde el PSC, es que se cumpla con lo pactado en los anteriores presupuestos y, en todo caso, explicar por qué no se puede cumplir lo pendiente. En el caso del Hard Rock, los socialistas dan por probable que el Govern se escudará en el informe medioambiental -más aún en plena emergencia por sequía- para no aprobar el plan director. Caso distinto es la firma del convenio de la B-40 entre Sabadell y Terrassa, que está todo listo para que esté al caer, pero que, según el partido de Illa, el president tiene que calibrar cuándo es el mejor momento para cumplir con un asunto que incomoda a ERC y que permitirá a los socialistas colgarse una medalla.
El apoyo de los Comuns
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Hay otro escollo que, incluso en el escenario de un acuerdo entre republicanos y socialistas, no está salvado: y es que ambos partidos suman 66 diputados. Falta un tercer actor para alcanzar la mayoría absoluta necesaria para aprobar las cuentas y los Comuns no están por la labor bajo el argumento de que el Govern no ha cumplido con buena parte de lo pactado en 2023. Menos aún si se quedan fuera del pacto para gobernar el Ayuntamiento de Barcelona y en plena recta final para las elecciones catalanas previstas para febrero de 2025.