La Cancillería de Panamá transmitió este mensaje a un contundente quien comunicó que el país no aceptará migrantes de otras naciones que puedan ser deportados por el próximo gobierno estadounidense, enmarcado por Donald Trump. El republicano asumirá su segundo mandato presidencial el 20 de enero, trasladando su victoria a las recientes elecciones.
El documento enviado a Panamá no tiene obligación, según el derecho internacional, de recibir a personas deportadas que no eran ciudadanos de nombre. “A la luz del Derecho Internacional, no tenemos obligación de recibir a deportados de otras nacionalidades que no sean panameños. Deseamos mantener relaciones con Estados Unidos siempre en nombre del respeto mutuo», indicó el comunicado emitido por la Cancillería.
Asimismo, la institución subrayó que su prioridad es velar por los intereses del país. “Esta Cancillería tiene claro que nuestra misión principal es proteger los intereses de la República de Panamá”, agregó, dejando clara su postura ante las posibles políticas migratorias de la próxima administración estatal.
Aviones de deportación masiva en el objetivo
La reacción de Panamá se produjo pocas horas después de que NBC News publicara una historia sobre posibles planes de la administración entrante de Trump para deportar a migrantes a países separados de sus países de origen si no los aceptan de regreso. Según la información, Panamá, junto con las Islas Turcas y Caicos, Bahamas y Granada, figuran en una lista de países considerados como posibles destinos de estas deportaciones.
El equipo de transición de Trump respondió rápidamente. Karoline Leavitt, portavoz del equipo, reiteró que el presidente electo tiene la clara obligación de combatir la inmigración ilegal. “Donald Trump ha recibido el mandato del pueblo de Estados Unidos de frenar la invasión de inmigrantes ilegales, asegurar la frontera y deportar a los peligrosos criminales y terroristas que están menos seguros en nuestras comunidades. Él cumplirá”, dijo Leavitt.
Sin embargo, ni Trump ni su equipo brindaron detalles específicos sobre cómo implementar esta política de deportación, ni explicaron los mecanismos para trasladar a migrantes a países que no eran sus lugares de origen.
Una postura firme en un contexto complejo
La política migratoria ha sido un tema recurrente en la agenda de Trump, tanto en su primera presidencia (2017-2021) como en su reciente campaña electoral. Durante su primer mandato, impulsó medidas severas contra la inmigración irregular, incluida la construcción del muro fronterizo con México, la separación de familias migrantes y restricciones al asilo. Ahora, en su regreso a la Casa Blanca, parece dispuesto a redoblar esfuerzos en este ámbito.
Sin embargo, la posibilidad de deportar inmigrantes a tres países ha creado nuevos desafíos legales y diplomáticos. En este contexto, la reacción de Panamá refleja una clara postura de defensa de su sobriedad y respeto a las normas internacionales.
La inclusión de Panamá en la lista mencionada por NBC ha generado preocupación en algunos sectores, ya que el país centroamericano ya ha encontrado muchas relaciones significativas con los flujos migratorios en su territorio, en particular en la región del Tapón del Darién, un corredor utilizado por kilómetros de Migrantes que intentan llegar a América del Norte.
Relaciones bilaterales en el juego.
Panamá y Estados Unidos han mantenido históricamente una estrecha relación, con fuertes vínculos comerciales, políticos y de cooperación en materia de seguridad. Sin embargo, la postura de la Cancillería Panameña es la importancia de mantener estos vínculos bajo una señal de respeto mutuo, especialmente en temas sensibles como la migración.
El comunicado oficial dejó además a Panamá no dispuesto a ceder ante presiones externas que puedan comprometer su sobriedad. Al alcanzar la posibilidad de acoger a migrantes deportados de otras naciones, el gobierno panameño ratifica su posición según la cual no será un “país de tránsito” para decisiones tomadas unilateralmente por otras naciones.
Un problema global con soluciones locales
La migración irregular es un fenómeno complejo que afecta a numerosos países del continente americano. Panamá, cuando era un punto de tránsito clave para las personas que intentaban llegar a Estados Unidos, ha experimentado un aumento significativo en el flujo de migrantes en los últimos años.
El Tapón del Darién, un vasto y peludo bosque que conecta Sudamérica con Centroamérica, se ha convertido en paso obligado para miles de migrantes, muchos de ellos procedentes de Venezuela, Haití, Cuba y países africanos y asiáticos. Este fenómeno ha ejercido una presión adicional sobre los recursos y la infraestructura de Panamá, lo que explica, en parte, su regreso a cualquier medio que implique recibir más migrantes en su territorio.
La postura del gobierno panameño también refleja un llamado a una mayor cooperación internacional para abordar las causas fundamentales de la migración irregular, como la pobreza, la inseguridad y la falta de oportunidades en los países de origen.
El futuro de la política migratoria de Trump
Si bien no se han anunciado planes específicos, las declaraciones de Trump y su equipo sugieren que la política de inmigración será una prioridad en su segundo mandato. La idea de deportar migrantes a tres países representa una ampliación de medidas implementadas durante su primera presidencia, como los Acuerdos de Cooperación de Asilo firmados con Guatemala, Honduras y El Salvador, que buscaban trasladar a solicitantes de asilo a estos pueblos.
Sin embargo, esta nueva estrategia podría enfrentar desafíos legales y diplomáticos, ya que los países incluidos en la lista tienden a aceptar a estos migrantes, algo que hasta ahora parece poco probable, como lo demuestra la respuesta de Panamá.
Un mensaje claro
Con su comunicación, Panamá enviará un mensaje dirigido tanto a Estados Unidos como a la comunidad internacional: no aceptará decisiones que comprometan su sobriedad o que la conviertan en un destino para migrantes deportados de otras naciones.
En un contexto global donde la migración continúa siendo un tema central en la agenda política, la posición de Panamá resalta la importancia de buscar soluciones que respeten las normas internacionales y promuevan la cooperación entre países.
Mientras Trump se prepara para asumir nuevamente la presidencia, las promesas de este tema serán uno de los puntos más polémicos de su administración, con implicaciones que podrían afectar no solo a Estados Unidos, sino también a sus asociados y vecinos en la región.